024 que los chicos se drogaran, que los organizadores lo hacían para vender drogas, y que los DJs poníamos música con mensajes diabólicos. Parece un chiste ahora, pero lo decían en serio en televisión. Fueron años muy duros. En 2015 volví a vivir a Argentina, porque vivía en Barcelona. Me di cuenta de la mala imagen que teníamos todos y hablé con mi amigo Cruz, que es promotor y dueño de la productora con la que hago shows. Le dije: “Tenemos que hacer algo, porque si no lo hacemos nosotros, ¿quién?”. Además, yo era el DJ argentino más conocido en ese momento. Pensamos: ¿qué podíamos hacer para mostrar otra cara? Se nos ocurrió hacer un concierto sinfónico de música electrónica en el Teatro Colón, un lugar muy respetado. Por suerte salió muy bien. Hicimos varios shows y estuvieron todos agotados. Ahí, típico de la prensa, pasaron de decir: “la música electrónica es el diablo”, a titulares como “triunfa la música electrónica de la mano de Hernán Cattáneo en el teatro más importante de Sudamérica”. Lentamente, pero siempre a paso firme, cambió la imagen de las fiestas, los DJs y la música. Y ahora estamos en un momento superlativo: en mayo, por ejemplo, hice dos shows en Buenos Aires, 20.000 personas cada día con un solo DJ. Y no hablo de mí, sino del consumo de música electrónica en general. Se hacen festivales enormes y van multitudes. La escena está fuerte y bien armada, en Buenos Aires y en todo el país: Córdoba, Rosario, Bahía Blanca, Tucumán… En Mendoza, en diciembre, pusimos las entradas a la venta y en una hora se agotaron los tres días. TE VIMOS EL ÚLTIMO DOMINGO DE BRUNCH. FUERON TRES HORAS Y MEDIA EN LAS QUE DISFRUTAMOS MUCHO. ¿CÓMO TE SENTISTE EN ESTE NUEVO ESCENARIO? Me encantó. Era la primera vez que tocaba en 528. Había tocado muchas veces con Brunch, pero nunca en 528. Había muy buena energía y buenas sensaciones. Me habían contado que el show de Sasha y John había estado muy bien. Sé la cantidad de argentinos que hay en Ibiza, pero cuando nunca fuiste a un lugar y, sobre todo, a una fiesta más grande de lo habitual, no das nada por hecho: hay que ir, ganarse al público y ver qué tal. Los chicos que abrieron hicieron un muy buen set. Llegué cuando estaba tocando Kevin Di Serna y la gente estaba muy arriba. Entonces, solo era cuestión de continuar algo que ya venía muy bien. Creo que la primera hora fui un poco más suave. Me gusta hacerlo así no solo porque me guste ese tipo de música, sino porque después se nota la diferencia. Cuando arrancás un show de día y después se convierte en noche, sabés que va a haber un cambio de colores y querés reflejarlo en la música: al principio más tranquilo, lento, con algunas vocales, y después más profundo. Funcionó muy bien, la gente estaba contenta y terminamos con el lugar llenísimo. Muy contento con ese show. Algo queme gustómucho del 528: vos, desde la cabina, tenés toda la pista, pero después hay unas gradas, y eso hace que la gente que está detrás de la pista esté en alto, pero bien encima tuyo. Se genera una energíamuy fuerte, como en las canchas de fútbol que tienen las gradas muy cerca. No es como las que tienen pista atlética y la gente está lejos; acá la gente está encima y eso está súper bien. EN ESPAÑA HAY UN DICHO, QUE NO SÉ SI EN ARGENTINA EXISTE TAMBIÉN, QUÉ DICE: “NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA”. ¿HA SIDO SIEMPRE ASÍ CONTIGO? En los primeros años no era profeta en mi tierra ni en ningún lado. A principios de los 2000 la cosa empezó a mejorar. Pero en 2014, con la tragedia de Time Warp, fue malísimo. Ahí no solo yo, sino ningún DJ era bien visto. La prensa amarilla, que es casi toda la prensa, nos atacaba durísimo: decían que los eventos se organizaban para
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