TIME LOST:

ANGEL LINARES: «DESDE QUE BAJÉ DEL AVIÓN SENTÍ QUE IBIZA ERA MI LUGAR. ME ENAMORÉ DEL RESPETO QUE SE LE TIENE AQUÍ A LA MÚSICA ELECTRÓNICA Y SU CULTURA.»

Viniste desde Venezuela, con una carrera de más de 13 años, y llegaste a España con todo por construir. ¿Cómo fue ese salto, empezar de nuevo en un país distinto?

Emigrar nunca es fácil, y mucho menos cuando vienes de haberlo logrado todo en tu país. Yo en Venezuela trabajaba con los mejores DJs, giraba por todo el país y vivía de la fotografía, pero lamentablemente la situación política, la inseguridad y la escasez me empujaron a tomar la decisión de irme en 2016. Llegué a España sin conocer a nadie, solo acompañado por mi expareja y con los contactos que uno trae cuando empieza de cero: ninguno. 

Aterrizamos en Madrid y empecé a moverme como podía, yendo a clubs, eventos, presentándome, enseñando mi trabajo, buscando oportunidades en una industria que ya estaba bastante cerrada. Pasé de estar en la cima en Venezuela a tener que volver a tocar puertas desde cero. Mi primera oportunidad real fue en Lab, un club que queda en la estación de Chamartín. Desde ahí fui poco a poco entrando, primero con fiestas de la comunidad venezolana, y luego en el circuito de clubs más importantes de la ciudad.

Fue duro, pero también emocionante, porque salir de la zona de confort te forja. No tenía contactos ni atajos, solo las ganas de demostrar quién era y lo que podía aportar. Esa etapa me marcó y me hizo crecer muchísimo, tanto a nivel personal como profesional.

¿Qué te empujó a involucrarte en la escena club de Ibiza y cómo diste el salto a lugares como Hï Ibiza y [UNVRS]?

Desde que trabajaba en Venezuela ya sentía que mi camino iba hacia algo más grande. Uno de los DJs con los que trabajaba vivía entre Caracas y Miami, y gracias a él tuve la oportunidad de viajar varias veces a la Miami Music Week, donde intenté conectar con artistas y promotores. Aunque al principio no se dieron las cosas como esperaba, fue allí donde escuché por primera vez hablar de Ibiza.

Yo no sabía mucho de la isla, pero cuando entendí que era el epicentro de la música electrónica mundial, donde se concentra la mejor energía, los mejores artistas y los clubs más potentes del planeta… me hice una promesa: “No voy a ir como turista. La primera vez que pise Ibiza, será por trabajo”.

Y así fue. Un contacto que conocí en Miami me escribió tiempo después para decirme que iba a tocar en Ushuaïa y quería que lo acompañara como fotógrafo. Fue mi primera vez en la isla, y desde que bajé del avión sentí que ese era mi lugar. Me enamoré del respeto que se le tiene aquí a la música electrónica y su cultura. Desde ese momento supe que tenía que trabajar en Ibiza, sí o sí. Durante años envié mi portafolio a clubs de la isla. Nunca me respondían, y hoy agradezco que haya sido así, porque no estaba listo. Necesitaba madurar, mejorar. Fueron tres o cuatro años de insistencia hasta que un día me escribieron: habían estado viendo mi trabajo durante todo ese tiempo, pero no había vacantes. Ahora sí. Me hicieron una entrevista, les gustó lo que vieron y me ofrecieron venir un verano a probar. 

Lo dejé todo en Madrid y me vine. Empezar en Ibiza fue una cachetada de realidad: aquí hay muchísimo nivel. Por primera vez alguien me criticó de verdad, me corrigieron cosas que nadie antes se había atrevido a señalarme. Aprendí muchísimo. Fue como un máster intensivo, y cada fallo me hizo mejor. Después de trabajar varios años en Ushuaïa y Hï Ibiza, este año asumí el reto de liderar el equipo de fotografía de [UNVRS], el nuevo club más ambicioso de la isla. Hoy en día no solo hago fotos, también coordino un equipo. Ha sido un viaje largo, pero con propósito.

Trabajas con super clubes como [UNVRS], uno de los espacios más innovadores de la isla. ¿Qué supone para ti documentar un cambio tan histórico en Ibiza?

[UNVRS] es uno de los proyectos más ambiciosos que han nacido en Ibiza en los últimos años, y desde el primer momento en que escuché hablar de él, supe que quería formar parte. Después de haber trabajado con gigantes como Ushuaïa y Hï Ibiza que forman parte del mismo grupo, este nuevo reto me llamó profundamente la atención, no solo por la magnitud del proyecto, sino por lo que representa para la historia de la música electrónica en la isla. 

Siento que [UNVRS] está marcando un antes y un después en Ibiza. No es solo una discoteca nueva, es un símbolo de evolución, de cómo se está escribiendo una nueva etapa en la escena mundial del clubbing. Y estar documentando ese cambio desde adentro, como fotógrafo principal, es algo que me honra y me emociona cada día.

Para mí, ser parte de este momento es histórico. Me gusta pensar que, con cada imagen que capturo, estoy dejando un testimonio visual de lo que fue este inicio. Que algún día, cuando se hable de este capítulo de la isla, mis fotos estarán allí contando la historia. Nunca imaginé tener la responsabilidad de fotografiar a tantos artistas icónicos, de estar en el centro de atención de tanta gente a nivel global, y al mismo tiempo, inspirar a otros fotógrafos que sueñan con llegar hasta aquí. 

[UNVRS] es más que un club. Es el lugar donde muchos sueños incluyendo el mío se hacen realidad.

En tus imágenes se siente la energía, la fuerza del club… ¿Qué buscas capturar en una cabina bajo presión y técnica?

Cuando hago fotos en un club como [UNVRS], lo que más me importa es transmitir lo que realmente se vive allí dentro: la energía, la euforia, la conexión con la música. Busco que cada imagen cuente una historia. Que alguien la vea desde cualquier parte del mundo y diga: “yo necesito estar ahí”.

Trabajo con los artistas más importantes del planeta, muchos de ellos eran mis ídolos antes de cruzarme con ellos. Por eso me enfoco no solo en documentar el momento, sino en que ellos también se sientan cómodos, valorados y orgullosos del contenido que se genera. Siempre hay un equilibrio entre lo técnico y lo emocional.

Visualmente busco planos que impacten: la pista a reventar, las manos arriba, las luces simétricas, el láser atravesando el humo en el momento justo. Todo tiene que verse masivo, elegante y cinematográfico. Pero más allá de eso, me gusta fluir. Dejarme llevar por la música, por el set, por lo que siento en ese instante.

Ahí es donde pasan las mejores fotos. Cada noche es una historia. Y mi trabajo es contarla desde el ángulo más honesto y potente posible.

Fotografiando noche tras noche, ¿cómo haces para mantener tu creatividad encendida?

La mayoría de la gente ve este trabajo desde fuera y piensa que es solo fiesta, viajes, cenas ricas y hoteles con vistas. Pero la realidad es otra: esto es un trabajo intenso, agotador, en el que se duerme muy poco y donde la creatividad tiene que estar al 100% cada noche, sin excusas.

En Ibiza, además, las residencias se repiten y las fiestas tienen estructuras similares, así que el reto está en no caer en la monotonía. En encontrar todos los días una nueva forma de contar lo mismo, pero con otra luz, otro ángulo, otra emoción. Lo que me mantiene encendido es cuidarme. Entreno todos los días que puedo, hago ejercicios funcionales, intento comer sano, no bebo alcohol, no uso drogas, y respeto muchísimo mi descanso. La playa también es mi templo: recargarme con la energía de la isla me da claridad mental. Esa rutina me ayuda a mantener el cuerpo firme y la cabeza enfocada.

No tengo referentes fijos, pero me inspiro viendo fotógrafos de otras disciplinas, el cine, los colores, las composiciones. Y por supuesto, dejo que la música me guíe. Cada noche vibra distinto, y cuando una fiesta está encendida de verdad, todo fluye. Pero incluso en las que cuestan, hay que pelear cada instante.

Esa es la misión: encontrar belleza en el caos y contarla con una foto.

¿Qué consejo le darías a un fotógrafo que aspira a trabajar en clubes como Hï o [UNVRS]?

Lo primero que le diría es que no lo haga por moda. Si no te apasiona realmente, no vas a aguantar. Esta profesión, aunque desde fuera parece glamorosa, implica sacrificios reales: estar lejos de tu familia, dormir mal, trabajar rodeado de fiesta cuando tú tienes que estar 100% enfocado, sobrio y resolviendo. Es un estilo de vida nómada y cambiante, donde tienes que estar listo para adaptarte, trasnochar, lidiar con aglomeraciones, calor, gente pasada de copas, y aún así entregar un trabajo impecable.

Esto no es simplemente tomar fotos de DJs y luces bonitas. Es tener la capacidad de mantener la creatividad encendida en condiciones durísimas. Y para eso hace falta algo más que ganas: hace falta disciplina. Yo entreno, como sano, no bebo alcohol, no consumo drogas y me cuido porque sé que cualquier distracción me puede sacar del juego. Este trabajo exige constancia, claridad mental y resistencia física.

Otro consejo que me habría encantado recibir cuando empecé: que alguien evaluara mi portafolio con criterio. Yo fui pionero en Venezuela en este tipo de fotografía, así que no tenía referentes ni nadie que me corrigiera técnicamente. Cuando llegué a Ibiza fue la primera vez que fotógrafos con más experiencia me señalaron fallos concretos y me ayudaron a mejorar. Ahí empecé a crecer de verdad. También recomiendo estudiar. Yo estudié Diseño Gráfico durante cinco años, y eso me dio una base brutal: entendí el color, la composición, la narrativa visual. Todo eso hoy forma parte de mis herramientas como fotógrafo. No se trata solo de disparar una cámara, sino de tener criterio y visión artística.

Y por último, viajen. Alimenten el ojo. Conozcan otras culturas, vean arte, cine, museos, arquitectura, danza, lo que sea. Porque todo lo que ves, todo lo que vives, te forma como artista. Y si tienes hambre, sueños grandes, y disciplina… créeme que algún día estarás aquí, o incluso más arriba.

A nivel personal, ¿cómo te ves en cinco años? ¿Seguirás detrás de la cámara en Ibiza, o alguna vez te han surgido las ganas de explorar otros formatos?

En cinco años me veo liderando nuevos proyectos que vayan más allá de solo estar detrás de la cámara cada noche. Amo la fotografía, es mi pasión y mi motor, pero también estoy explorando otros caminos que me emocionan. Desde hace un año estoy incursionando como tour manager de artistas, y ha sido una experiencia increíble. Después de tantos años viajando por el mundo, pasando por aeropuertos, gestionando mis propios marrones logísticos, hoy puedo usar ese conocimiento para apoyar a artistas y hacer que sus giras sean más fluidas, más humanas. Y además, claro, tengo la cámara siempre a mano, así que soy como un dos por uno: logística y contenido visual en el mismo pack.

También estoy gestando un proyecto más grande: liderar una agencia de comunicación visual que represente fotógrafos con talento y hambre, gente que pueda trabajar por todo el mundo con visión,criterio y disciplina. Me interesa mucho enseñar, guiar, corregir portafolios, compartir lo que a mí me costó aprender sin guía. Quiero ser ese referente que yo no tuve cuando empecé.

Amo Ibiza y no me veo fuera de esta isla. De hecho, ya vivo aquí todo el año y seguiré documentando su magia. Pero también me gustaría dar pasos hacia formatos más amplios dentro de la creación visual: ayudar a construir la identidad visual de artistas desde cero, asesorarlos en imagen, dirección de arte, y branding. Gracias a mi experiencia como diseñador gráfico puedo aportar una visión más completa.

Además, aunque aún me cuesta, estoy trabajando en soltarme más frente a la cámara. Me gustaría lanzar cursos, podcasts, espacios donde pueda enseñar lo que sé y dejar un impacto en quienes están empezando. Ya no se trata solo de tomar fotos, sino de elevar toda una industria desde el conocimiento y la experiencia. Hoy tengo 33 años, y estoy enfocado en expandirse y pasar al siguiente nivel.

¿Hay algún fotógrafo o estilo que te inspire especialmente en tu trabajo dentro del clubbing?

La verdad es que tengo la suerte de estar rodeado de fotógrafos que admiro. Muchos de los que me inspiran hoy en día trabajan a mi lado, dentro de la misma industria. Compartimos no solo el espacio, sino también técnicas, ideas, aprendizajes del día a día. Nos ayudamos a mejorar, nos retamos, y eso para mí es un regalo. Tener a tus referentes cerca, y poder crecer con ellos, es algo que valoro muchísimo.

Pero mi inspiración no se queda solo dentro del club. Me gusta mirar hacia afuera. Me inspira el arte en general: visito museos, galerías, me dejo tocar por el arte abstracto, la moda, el cine. Me atraen mucho los fotógrafos que hacen piezas más conceptuales o que mezclan la fotografía con técnicas de intervención digital, como los fotomontajes o las composiciones artísticas. No me interesa solo capturar un momento: quiero que cada imagen parezca una obra. Que tenga intención, que sea limpia, que impacte, que respire estilo.

Busco que mis fotos no sean solo “fotos de fiesta”, sino piezas que alguien pueda colgar en una galería. Que digan algo. Que se sientan vivas. Esa mezcla de energía real con estética cuidada es lo que más me inspira y lo que intento perseguir cada día.

¿Cuál ha sido tu foto más especial en Ibiza hasta ahora y por qué?

Elegir una sola foto en Ibiza es casi imposible, porque cada imagen que he capturado aquí forma parte de mi historia, de mis cicatrices, de todo lo que he tenido que atravesar para llegar a este punto. Cada foto es un testimonio de mi evolución, y al ver mi trabajo desde que llegué hasta hoy, no puedo evitar sorprenderme de cuánto he crecido como artista.

Pero si tengo que nombrar una, sería sin duda la que hice este año durante el opening de [UNVRS], en el preciso momento en que se abrieron por primera vez las ventanas del club y ese rayo de luz entró directo sobre el público. Fue un instante mágico, casi místico. Esa imagen se volvió viral, ha recorrido el mundo, ha sido publicada en revistas, periódicos y compartida miles de veces. Para muchos fue simplemente una buena foto, pero para mí fue mucho más: fue la representación visual de un nuevo comienzo, de un despertar.

Ese instante quedó grabado no solo en mi cámara, sino también en el alma del club y en la historia de Ibiza. Capturarlo fue un privilegio. Además, hoy tengo la fortuna de fotografiar a muchos de los artistas que siempre soñé retratar. En Venezuela, cuando empezaba, a veces ni siquiera me dejaban acercarme a los internacionales; todo eran restricciones, fotógrafos oficiales, reglas. Y ahora estoy aquí, capturando a esos mismos artistas —pero a mi manera, desde adentro, con libertad creativa. Eso, para mí, lo cambia todo.

Así que sí… podría decir que todas mis fotos en Ibiza son especiales. Pero esa imagen del rayo de luz en el opening fue, sin duda, una de esas que trascienden.