OVERDRIVE, UNA NOCHE QUE HA PASADO A FORMAR PARTE DE LA MEMORIA COLECTIVA DEL CLUBBING.
En la madrugada del 22 de noviembre, OverDrive volvió a demostrar por qué sigue siendo, 33 años después de su nacimiento, una de las instituciones más sólidas y respetadas del old school en España. Lo que allí ocurrió trasciende la simple categoría de evento: fue un reencuentro espiritual entre generaciones, una ceremonia sonora capaz de alinear a miles de almas bajo un mismo pulso.
Desde el primer instante se percibió que el público acudía con una energía especial. No era una edición más: para muchos, fue la mejor OverDrive que han vivido; para otros, la confirmación definitiva de que esta reunión continúa evolucionando sin perder su esencia. El sonido, profundo, compacto, enérgico, actuó como catalizador emocional, sacando lo mejor de cada asistente. Cada golpe de bombo, perfectamente distribuido, parecía sincronizar miles de corazones latiendo al unísono.
El apartado visual alcanzó también un nivel memorable. Las luces firmadas por Óscar y los láseres del mítico Lj Pájaro construyeron un paisaje inmersivo que respiraba al ritmo de la música, mientras el montaje conceptualizado por VisualRIP y su equipo —con su emblemática estructura de televisores— aportó una estética futurista y old school a partes iguales.
En lo musical, la noche estuvo trazada con precisión quirúrgica, recorriendo distintas dimensiones del techno sin perder coherencia narrativa ni identidad.
El viaje comenzó con Master Bon Z, un selector atemporal capaz de abrir el portal sonoro con la elegancia de quienes dominan el lenguaje profundo de la vieja escuela. David Meiser asumió el mando con la responsabilidad que implica enfrentarse al exigente público OverDrive. Lo hizo con solvencia y carácter. Su sesión navegó entre la profundidad futurista y los códigos clásicos del techno.
El testigo pasó después a Tobías, uno de los residentes más queridos de la casa, que volvió a demostrar un control absoluto de la pista. En el tramo final, DJ Pepo, figura histórica del circuito español, desplegó su inagotable maestría. Su libertad técnica e instinto musical reafirmaron su estatus como uno de los pilares esenciales de la cultura electrónica nacional.
Para cerrar, DJ Canito ofreció una clausura de las que dejan huella. Poco importa cuántas ediciones hayan vivido los asistentes: ese cierre quedó fijado en la memoria colectiva como un broche emocionante y digno de la historia de OverDrive.
OverDrive volvió a ser hogar. Volvió a ser encuentro. Volvió a ser historia.
La próxima cita ya tiene fecha: 25 de abril. Porque OverDrive no se recuerda: OverDrive se siente.


