TIME LOST:

RUTA GRÁFICA. «EL DISEÑO DEL SONIDO EN VALENCIA».

El diseño del sonido de València es el primer estudio en adentrarse en toda la imaginería desarrollada en torno a la escena de clubs nacida en los años 80 en la ciudad de Valencia, que ya entrados los años 90 acabaría conociéndose a nivel popular como ‘Ruta del Bakalao’. Si bien al mencionarse toda esta historia se tiende a pensar en un primer momento en aspectos relacionados con la música, lo cierto es que la parte gráfica y de diseño, en buena medida olvidada, fue ampliamente importante.

Especial mención de serigrafía de Armando SiLvestre junto a su mujer Elisa Ayala, que desarrollaron gran cantidad de carteles de Barraca, Espiral entre las más destacadas.

Paco Roca, Mariscal, Francis Montesinos, El Hortelano, Sento Llobell, Ramón Marcos, Edu Marín, Paco Salabert, Daniel Torres, Mique Beltrán, Micharmut, Gonzalo Mora…Son solo algunos de los artistas ampliamente relevantes a día de hoy que desarrollaron carteles para las salas valencianas a lo largo de estos años, en los que la efervescencia creativa de la ciudad del Túria fue una seña de identidad en plena resaca de un franquismo todavía muy presente.

Es por ello que esta obra es pionera en rescatar todo este desarrollo artístico sin precedentes del estigma que en sus etapas tardías acabó afectando al fenómeno social de la Ruta.

“A lo largo de la década de los 80 y parte de la de los 90, floreció en Valencia una subcultura juvenil de ámbito local que recorrería un camino gradual desde lo minoritario hasta verse transformada en un fenómeno social de masas”

Bajo el difuso paraguas del término accidental Ruta del Bakalao, que acabaría definiéndolo, se desarrollaron numerosas disciplinas artísticas en un sentido particular, creativo e innovador. Si bien es probable que sean los aspectos relacionados con la música lo primero que acuda a nuestra mente en esta historia, lo que este trabajo pretende desentrañar es un sentido vagamente explorado y que bien merece ser puesto en valor.

“La muerte de Franco y el posterior proceso transicional insufló aires de renovación política y social a un país aislado durante décadas de su contexto”

Tras el desasosiego propio de la incertidumbre del cambio, y un coletazo final en forma de intento de Golpe de Estado, los años 80 se perfilaron como idóneos para una distensión paulatina. Fue el momento en que surgieron en paralelo numerosos movimientos juveniles a nivel estatal que reivindicaban.

Aunque pueda resultar sorprendente, fueron buena parte de los integrantes de la denominada Nueva Escuela Valenciana de cómic los que comenzaron a dotar de imágenes e identidad visual a este incipiente circuito todavía muy de minorías.

En su materialización física, buena parte de la cartelería desarrollada a lo largo de esta primera década buscaría la innovación no solo en aspectos estéticos o conceptuales, sino también formales. Los modos de trabajo, en ocasiones cercanos a la pura artesanía, alumbraron piezas de un valor artístico inconmensurable.