TIME LOST:

¿DEBE SER ESTA TEMPORADA LA ÚLTIMA DE COCOON IBIZA?

La temporada ibicenca 2019 se disuelve lentamente en la neblina del olvido, así como el 20 aniversario de Cocoon Ibiza. Un nombre que cuando se afirma que pasará a la historia no se afirma por dar jabón o por exagerar en busca de un titular. Cuando se haga un estudio exhaustivo de la historia de la música electrónica en general y de la escena ibicenca en particular, Cocoon merecerá un capítulo completo. La fiesta de Sven Väth y su repercusión musical está fuera de cualquier debate, pero lo que es aún más importante, su repercusión social y su implantación en el subconsciente de miles personas la convirtió en un fenómeno de primer orden.

Lo que le dio Cocoon a la música electrónica fue pintarle una sonrisa al techno, suavizarlo a base de pinceladas refrescantes pero no exentas de vanguardia. Lo hizo más accesible, aquellas personas que no tenían la capacidad de digerir una sesión techno ortodoxa, en Cocoon se sentían más liberadas, no se necesitaba un compromiso inquebrantable como el que demanda la rama más pura de este estilo musical.

Además Cocoon logró en sus fiestas destronar la cultura de la cocaína en la escena ibicenca. No es que no se consumiera esa droga, la tendencia del consumo por aquel entonces optó por estupefacientes que no provocaban la ansiedad de la cocaína, creando una atmósfera totalmente distinta. Los baños de Amnesia permanecían tranquilos, las míticas señoras que se sentaban en su interior para vigilar cualquier desmán, estaban más preocupadas porque no se llenaran las botellas con el agua del grifo, que de controlar el interior de los aseos. En aquellos años en Cocoon no se detectaban miradas sudorosas y aceleradas, la pista estaba repleta de sonrisas y de dedos chuperreteados. Eran tiempos en los que se bailaba relajado y todo fluía a un ritmo más sensual.

La energía que se producía en los Cocoon de principios de siglo es irrepetible. Se trataba de la fiesta del pueblo, a la que acudían los trabajadores de la isla en masa, buscando una identidad propia que les servía en bandeja un concepto desenfadado y moderno. Trabajadores en su mayoría emigrantes, gente de fuera de la isla y muchos de ellos a miles y miles de kilómetros de sus países. Sería injusto no citar a la colonia de argentinos y uruguayos que levantaron la fiesta, con su actitud y su trabajo consiguieron contagiar a gente de todo el mundo y ayudaron a acuñar un término que representaba un estilo de vida: Cocooneros.

Tras el fracaso en Pacha Ibiza muchos nos preguntábamos qué salida le quedaba a Cocoon, justo en el año de su 20 aniversario. Su movimiento fue interesante y es el que cada vez escogen más artistas, renunciar a una residencia clásica y espolvorear sus actuaciones en diferentes clubs de la isla. Con esta estrategia han conseguido más atención, más titulares y han puesto de manifiesto que la marca todavía tiene tirón y su nombre aún es respetado, sobre todo por la versión nostálgica, en la que me incluyo, de la escena electrónica de la isla.

Pero lo ocurrido en 2018 en Pacha demostró que Cocoon había perdido el sentido de comunidad, ya que en el traslado de club no le siguieron los miles de adeptos que se ganaron a pulso en Amnesia Ibiza. Un choque con la realidad y que les hizo ver que o cambiaban de rumbo o que el futuro pintaba negro. El futuro de Cocoon Ibiza se encamina  inexorablemente a lo que hemos visto esta temporada, hacia la nostalgia más absoluta. Seguramente sea su mercado en este momento y la opción más razonable dentro del contexto en el que vivimos. Porque su conexión con las nuevas generaciones se ha perdido, los chavales de hoy en día buscan su propio destino y fabricar su propio sonido, y fiestas como Cocoon para ellos son más cercanas al pleistoceno que al universo millenial. La denominación de Sven Väth como Papá Sven no ayuda, manda un mensaje envejecido que no logra motivar a los más jóvenes. Necesitan nuevos ídolos en los que reflejarse, ídolos cercanos a ellos no solo en gustos, también en edad.

Por todo esto mi pregunta, debe ser esta temporada la última de Cocoon Ibiza, está más en boga que nunca. Aunque mi respuesta no es clarificadora, ya que por una parte deseo una bocanada de aire fresco en la isla con nuevos DJS y nuevas propuestas, pero por otra parte considero que Cocoon debería ser nombrado patrimonio cultural de la isla y proseguir con su andadura, con un nuevo enfoque, con cambios, y con artistas noveles que pudieran generar una renovada comunidad electrónica.

Sea o no sea ésta su última temporada, todos los que nos dedicamos a este mundillo apasionante de la música electrónica, debemos agradecer a Cocoon los servicios prestados y afirmar rotundamente que sin su existencia, Ibiza nunca habría sido la misma.

 

Jonatan Gutiérrez Fernández