SERIES & BULLSHIT #3: EL COLAPSO
Cada uno de nosotros se sienta delante del televisor para ver series por diferentes razones. La mayoría lo hace para disfrutar, ya sea por un reto intelectual, por un misterio que resolver, por empatía ante una historia de amor o simplemente por dejar que el tiempo pase mientras tu cabeza se desintoxica de los problemas del día a día. Pero con algunas series no disfrutas ni un segundo, porque te sumen en el dolor, en la inquietud y en un profundo sufrimiento. El ser humano tiene tanta curiosidad, que es capaz de someterse a la tarea masoquista de visionar historias que te dejan con mal cuerpo y de las que se derivan reflexiones catastróficas sobre lo que somos y lo que podemos ser. La última vez que he sentido esa punzada incómoda ha sido tras ver “El Colapso”, una serie francesa que predice el comportamiento de las personas ante un apocalipsis occidental, en este caso energético. Una serie que nos pone delante de un espejo en el que quedamos retratados y donde los instintos de supervivencia enterrados durante los años de bonanza, toman el mando de nuestras acciones. Si has perdido la fe en el ser humano esta será tu serie favorita, si estás a punto de perderla su visionado resolverá tus dudas. Lo bueno es que el sufrimiento no dura demasiado, afortunadamente se trata de una serie de 8 capítulos de una duración aproximada de 20 minutos.
“El Colapso” es una producción francesa de 2019 que quedó fuera del radar de los adictos a las series, y que tras la pandemia del coronavirus ha cobrado vigencia. La plataforma Filmin lo ha visto claro y se ha hecho con este trabajo que no ha parado de recibir grandes críticas, situándola como una de las mejores series Europeas del momento. Los creadores de la serie es el colectivo Les Parasites, formado por Bastien Ughetto, Guillaume Desjardins y Jérémy Bernard. Una de las curiosidades de El Colapso es que cada uno de sus capítulos ha sido rodado en plano secuencia, un desafío técnico y narrativo que impulsa su ritmo, ya que logra introducirte en la angustia y aumenta tus pulsaciones ante la incertidumbre de lo que va a suceder. Este recurso es arriesgado, pero en este caso encaja como un guante, ya que si vas a vivir el hundimiento de la civilización occidental, mejor hacerlo de cerca.
Sin el virus del COVID y sin el confinamiento que hemos sufrido, esta serie no habría sido tomada en serio, habría sido calificado como un producto distópico más. Pero ahora que la mayoría hemos visto las orejas al lobo, la realidad que muestra “El Colapso” no es algo lejano o fantasioso. Todos nosotros en algún momento durante estos meses de incertidumbre, hemos pensado que todo se iba a la mierda y lo que más nos aterraba era no conocer las consecuencias. Pues bien, en esta serie te dibujan un panorama aterrador, alejado de los aplausos de las ocho de la tarde, de los mensajes de apoyo y del estúpido mantra ese que aseguraba que todos íbamos a ser mejores después de la pandemia. Porque cuando todo estalle, cuando de verdad se colapse nuestro modo de vida, será cuando la ley de la selva se imponga y en nuestro cerebro la premisa que rija nuestras acciones será la del sálvese quien pueda.
“El Colapso” es una de esas series que te hacen reflexionar con un regusto desagradable en tu boca. Ni un pequeño hilo de esperanza, ni una mínima concesión a un posible final feliz.., nada. No es fácil de ver, en muchos momentos buscas una distracción externa que te permita alejar la atención de la pantalla, o simplemente deseas levantarte, apagar la tele y vaciar el mueble bar. Además, a diferencia de “Black Mirror” donde las tramas eran complejas y más cercanas a la ciencia ficción, en “El Colapso” todo es crudo y familiar. El contexto en el que se desarrolla la acción no se aleja de nuestra realidad, por eso impacta tanto y te remueve las entrañas, ya que en todo momento te estás preguntando: ¿qué haría yo en esa situación? ¿Cómo lograría sobrevivir? Y esas preguntas te acompañan a la cama y se filtran en tu almohada hasta la mañana siguiente.
¿Recomendamos ver “El Colapso”? Por supuesto que sí, se trata de un necesario recordatorio de lo que somos y de lo que podemos llegar a ser, de la importancia de cuidar el planeta y de no creer que somos semidioses ungidos con el don de la inmortalidad. Si seguimos por este camino tarde o temprano nuestro sistema implosionará y solo nos quedará recurrir a nuestro yo primate.
Jonatan Gutierrez