SERIES & BULLSHIT #9: SUCCESSION.
Ascender al Olimpo de las mejores series de la historia no es tarea fácil. Conseguir el máximo nivel de excelencia en el mundo de las ficciones televisivas solo se encuentra al alcance de unos pocos elegidos. The Wire, Breaking Bad, Los Soprano, Mad Men o Game of Thrones son algunos títulos que han quedado grabados en el subconsciente colectivo y que no generan debates sobre su posición entre las series más importantes que nunca se hayan realizado. Todos los años aparecen nuevas propuestas de una calidad innegable que tratan de unirse a este selecto club, aunque la mayoría fracasan en su intento de transcender. Si hay una serie que se está ganando por meritos propios unirse a este selecto club esa es Succession, un producto excepcional que en su tercera temporada ha demostrado que puede codearse con cualquiera de las mencionadas anteriormente.
Succession aborda la vida de la familia Roy, una familia dueña de un imperio billonario, de un conglomerado de empresas que abarca desde los medios de comunicación a los parques de atracciones y los cruceros. Un monstruo capitalista cuyo poder e influencia sacude todo el mundo y que es capaz incluso de nombrar el próximo presidente de los Estados Unidos. Aunque en su trama tenemos numerosos juegos de poder y se desarrollan guerras empresariales, su verdadero argumento se basa en una pura y dura tragedia familiar shakesperiana. Todos los clichés y los lugares comunes de este tipo de narrativa se encuentran presentes en Succession, pero no de una forma chabacana y facilona. Al contrario, sus conflictos, sus complejos y sus diatribas se enfocan con brillantez gracias a una mezcla que combina el drama clásico con la comedia más mordaz y el surrealismo.
Más allá de sus giros de guión, de sus cliffhangers, de su excelsa producción llena de helicópteros corporativos, jets privados, mega yates, cochazos, y localizaciones que muestran el lujo en su máximo esplendor, Succession es una serie de personajes. Personajes con los que es fácil de empatizar aunque estén podridos de dinero. Personajes patéticos, débiles, dubitativos, ambiciosos, petulantes, corruptos, amorales, excesivos, agresivos y que se enfrentan a los mismos dilemas que nos podemos enfrentar tu y yo…, eso sí con una cuenta corriente detrás de ellos similar al PIB de un país.
Logan Roy es el patriarca, un viejo hijo de puta orgulloso de serlo que ha alcanzado su estatus desde lo más bajo y que tiene claro que para sobrevivir en su mundo, ni la piedad, ni la bondad, ni la sutiliza son atributos útiles. Un tiburón despiadado que intenta educar a sus hijos a través de la crueldad y del desprecio a la debilidad del ser humano. Kendall Roy se postula como su sucesor más plausible, pero su galopante complejo de Edipo le empuja a auto boicotearse una y otra vez. Su tendencia a la autodestrucción le impide alcanzar el equilibrio, su lucha bipolar contra su padre es una constante en toda la serie, lo que le hace en ocasiones ser brillante o patético, poderoso o frágil, transmitiendo una sensación de lástima a los ojos del espectador. Roman representa al hijo vividor que huye de la responsabilidad y que camufla sus traumas a través de un humor muy particular, que aunque en un principio no te lo tomes muy en serio, a medida que avanza la trama te vas dando cuenta que su histrionismo no es nada más que una coraza que utiliza para no asumir sus verdaderos anhelos de poder. Shioban es la niña de papá. Aunque parezca que persigue otros valores y que detrás de sus ojos azules y de su sonrisa pícara se encuentra un ser humano más cercano a la empatía, la realidad es que su genética le arrastra a comportarse con sutil crueldad, sin importarle hacer lo que sea necesario para sentarse en el trono de la familia Roy. Connor es el hijo mayor y el más alejado de la dinámica del resto de los hermanos. Consciente de sus limitaciones pasa totalmente de los negocios de la familia y se concentra en proyectos absurdos y surrealistas, a los que hace frente gracias a la enorme fortuna que le proporciona su apellido.
Más allá del núcleo duro de los Roy, la serie presenta otra serie de personajes igual de interesantes que cumplen perfectamente su rol dentro de la trama. De todos ellos destacan dos. Tom Wambsgans es el marido de Shioban y nos ofrece un retrato perfecto del llamado marido florero. Un trepa sin escrúpulos que acepta felizmente resignado ser la marioneta de su esposa y que con el paso de los capítulos nos muestra que es un experto en el difícil arte de esperar su momento. La gran revelación de esta serie y su mayor alivio cómico es el primo Greg, un personaje torpe, despistado, con aparentes limitaciones intelectuales y que logra colarse surrealistamente en la dinámica de esta familia disociativa.
Succession brilla por su espectacular guión, por el trabajo interpretativo de los actores, por una puesta en escena impoluta, por una interesante forma de utilizar la cámara para que te metas en medio de los conflictos, por una bellísima banda sonora y por su innegable poder adictivo que te hace querer saber qué coño va a suceder en el siguiente episodio. Si aún no has visto ninguna de sus tres temporadas te animamos a que te sumerjas en un mundo de poder, de traición y de miseria moral que te demostrará que los ricos…, también lloran.